Hace dos años, en agosto
los hizo, que murió Frans Brüggen, a
los setenta y nueve años de edad. No me enteré entonces, y después... lo he ido
dejando, pero aquí está. ¿Cómo puede habérseme pasado en su momento una noticia
tan importante para mí? ¿El que se me haya pasado tendrá algo que ver con el
tratamiento que por parte de los medios de comunicación se le suele dar a la
cultura, a la música concretamente —y más a la música antigua—, en el país en
que vivimos? Porque un servidor suele ver diariamente un par de informativos en
televisión, y leer la prensa, y no solo un periódico, unos cuantos. ¿No publicaron
la noticia? ¿Se me pasó por alto? Posiblemente lo segundo, no quiero ser mal
pensado, pero…
Me enteré de su muerte, ya
digo, posteriormente, echando un vistazo a la revista on line El
arte de la fuga, y lo he visto, en Youtube —una imagen que me
conmueve—, dirigir por última vez, en silla de ruedas y con una sonda saliendo
de su nariz; y es que… lo que dice el comentarista de la revista:
[…] un Frans Brüggen que hasta el último momento se
resistió a dejar la práctica musical, aun cuando la salud hacía tiempo que le
había dejado. Es lo que se llama morir con las botas puestas. ¡Bravo, maestro!
En otro comentario, leo:
Más que ser “el último concierto filmado de Frans
Brüggen” es la última nota que dirigió. Si se dan cuenta, es la propina final
del concierto de Amsterdam, su último concierto. El dato hace todavía más
valiosas estas imágenes.
Frans Brüggen (1934 - 2014), desde sus comienzos, mediado el siglo XX, fue uno
de los grandes de la Música, el fundador en 1981 de La Orquesta del Siglo XVIII
y uno de los pioneros de la interpretación con instrumentos originales y
criterios historicistas, junto, para mí, a Nikolaus
Harnoncourt y Gustav Leonhardt. Aunque
también tocaba el traverso barroco, es el primer virtuoso famoso de flauta de pico, de la que es
considerado padre y primer gran divulgador. La estudió con Kees Oten, obtuvo un primer premio en el Liceo musical de Amsterdam y, después, con solo 21 años, fue
profesor en el Conservatorio de La Haya.
Sembró en muchos alumnos, algunos sobresalientes, como Walter van Hauwe y Kees
Boeke.
Quizás muchos de ustedes
lo conozcan de tiempos más recientes, más mayor y como director de orquesta.
Cuando, hace ya muchos años, compré y tuve en mis manos el estuche con doce
CDs Frans
Brüggen Edition. Vol. 1-12 The art of the recorder, publicado por Teldec, supe que estaba en posesión de
algo grande, precisamente porque estudiaba flauta de pico, porque Frans Brüggen
es un dios en ese campo y por el repertorio que hay en la cajita.
Sí, ya sé que
hay quienes creen que ya estaba superado como intérprete, que después del
maestro holandés el mundo de la flauta dulce ha evolucionado mucho, pero todos
estamos en deuda con el primero de los grandes. Observen, si no, en la foto
siguiente, qué se podía encontrar en esos doce cedés cuya caja de cartón he
tenido que reforzar más de una vez.
Para que escuchen — y vean— cómo tocaba la
flauta de pico el gran maestro he elegido una de las doce Fantasías para flauta travesera
sin bajo, de Georg Philipp Telemann, que, aunque originales para traverso,
como especifica el título, transportadas, forman parte del repertorio obligado
de la flauta dulce. Les pongo a continuación, concretamente, la tercera.
Yo me entere hoy, y buscando encontré este blog, me están vendiendo ´la cajita´.
ResponderEliminarMe alegro de que le haya sido útil. Gracias por el comentario.
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