Leo “Sirkka
Kaakinen y el Everest del violín barroco”,
un interesante artículo de Eduardo
Torrico publicado en
El
arte de la fuga
(25-04-2014),
revista online de
música clásica.
Fíjense en
lo que dice Torrico (la negrita es mía):
[...]
Siempre he creído que para
los violinistas (especialmente, para los violinistas barrocos) el
Everest musical lo constituyen las Sonatas
y Partitas para violín solo
de
Johann
Sebastian Bach.
Las tocan porque están ahí, claro, pero también porque es una
forma de demostrar al mundo y de demostrarse a sí mismos que pueden
superar tan colosal reto [...]
Después
nombra el autor algunos violinistas que se han
aproximado a lo que hasta entonces él consideraba la cima del
Everest violinístico. Entre los que nombra, para no pasarnos,
elegiremos los más conocidos en Abonico:
François Fernández,
Amandine Beyer,
Chiara Banchini,
Viktoria Mullova,
Sigiswald Kuijken…
Pero ahora
dice Torrico que todos ellos se quedaron cerca de la cumbre, no
llegaron a coronarla. ¿Y por qué piensa esto?: porque cree haber
encontrado, tras años de búsqueda, la instrumentista que de verdad
encumbra violinísticamente el pico más alto del planeta: la
finlandesa Sirkka-Liisa
Kaakinen-Pilch.
Para el crítico, “ella
ha sido la primera en hollar la cima y ese mérito ya jamás se lo
arrebatará nadie”.
Tras leer
el artículo, busco la grabación recomendada —ahora, con Internet,
es muy fácil—, la compro y en pocos días la tengo en mis manos.
La escucho y, desde luego, si no la cima-cima —yo no puedo hacer
tan rotunda afirmación—, es una de las cimas: una maravilla de la
técnica y un portento de la expresión: una delicia.
He elegido
para Abonico,
y lo ofrezco a continuación, un fragmento de la Partita
Seconda à Violino Solo senza Basso.
Partita
No
2
in D minor,
de
Johann Sebastian Bach,
concretamente
un trocito del primero de sus movimientos, una Allemanda.
La
Allemanda
es una danza considerada muy antigua ya en el siglo XVI, y muy
utilizada en la suite (Purcell,
Couperin,
Händel,
Bach...),
donde suele ocupar el primer lugar. Seria
pero no pesada, debe interpretarse normalmente a una velocidad
moderada (indicaciones de tempo encontradas: lento, majestuoso,
moderato, allegro moderato…), aunque en la segunda mitad del XVIII
a menudo se hace más rápida. Su melodía, ondulante y arpegiada, da
la sensación de fluidez rítmica.
Cierren los
ojos y escuchen el fragmento seleccionado de esta obra de Bach
interpretado por Sirkka-Liisa Kaakinen-Pilch.
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