Hace poco, pensando que se acercaba el número cien en las entradas
de Abonico, me dije: “Pepe, tienes que hacer algo
distinto, estrújate la mollera”. Dicho y hecho, y... la
iluminación me vino como a Pablo de Tarso, de pronto.
Era media noche cuando vi una luz cegadora
—como Pablo—, pero no venía del cielo, lo hacía del flexo, que
me había dejado encendido cuando me dormí mientras leía, y no me
caí del caballo —como Pablo—, lo hice de la cama, mientras oía
una voz en mi interior (prometo que no había tomado alcohol ni en la
cena ni después; solo mis pastillas de costumbre..., para la
tensión, para el colesterol y… ¡Ay, el Diazepam!);
la voz decía casi susurrando, al modo de la de Vito
Corleone en El
Padrino, “Pepe, Pepe, ¿por
qué me persigues si tú de esto no entiendes?” Yo pregunté
“¿quién eres?” y pronto me vino la respuesta “soy la poesía
que andas buscando”.
Ya digo, no me derribó del caballo pero me
desveló a las cinco de la mañana, y ahí me tienen ustedes buscando
y juntando palabras, esquivando y disimulando ripios, hasta formar
una ¿poesía? para celebrar esas cien primeras entradas del blog.
Empecé queriendo un sonecto,
como dirían mis muy admirados Les
Luthiers, un soneto que imitara
al famosísimo que le mandó hacer Violante a Lope
de Vega, pero terminé conformándome
con unas casi redondillas
(asonantadas, ¡maldita rima!), que, espero hayan salido… por lo
menos… pues eso… un poco redondas.
¡Un blog!, me mandó Violante
¡Un blog!, me mandó Violante,
y… me puso en un aprieto;
yo pensé: ¿y si lo intento?,
quizás… salga adelante.
Y en ello sigo, en la faena,
en ello empleo mi tiempo,
en ello, mi pensamiento,
pues me merece la pena
—¿Por qué —se dirán ustedes—
dedicar tu tiempo a esto
pudiendo vivir contento?,
¡hay tan ricos menesteres!
Los míos seguirán siendo,
si la salud lo permite,
lectura, música, cine...
Pepe Abellán
Y con mucho acierto te encargó Violante escribir, Pepe. A lo largo de estas cien publicaciones hemos podido solazarnos con una ironía espléndida, con un amor por la música inmortal, con una prosa muy bien hilada, escrita con mano segura y sabiendo en todo momento por qué y cuándo decir lo apropiado, con una profesionalidad como marido, padre, abuelo (joven, muy joven) y profesor envidiables. Pablo inventó una inmensa empresa y esto es lo que te solicitamos, que continúes con la empresa emprendida hasta hacerla cada día más importante, más creativa para todo un mundo que debe aprender de tus serenidad, buen gusto y sabiduría.
ResponderEliminarUn abrazo, Pepe.
Muchas felicidades. Que sean miles de entradas más, con el mismo humor y sabiduría. Un abrazo.
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