Fíjense bien. No
quiero que el día de mañana me digan que no les avisé. Sí, es Paula, mi nieta:
un bombón. Aquí está posando para sus admiradores, atenta a las sugerencias
pianísticas que se le hacen. No, no voy a exagerar y darme postín como hizo
Leopold Mozart con su hijo; yo no voy a decir que interpreta esto y lo de más allá.
Quiero que primero aprenda canciones infantiles aunque sea con un dedito solo;
después… ya veremos: Bach, Mozart, Beethoven, Chopin, Liszt, Rachmáninov…
Observen, a continuación,
qué maneras apunta ya la primera vez, cómo se sienta al piano y cómo pone las manos. Ese dedo índice de la mano
derecha buscando el cromatismo en la tecla negra pertinente, el acompañamiento
con la izquierda, la mirada atenta... ¡Con qué precisión sincroniza las dos manos!,
¡con qué musicalidad!
Bueno… parece que he exagerado un poco; pero, claro…
no cuesta tanto, es propio del abuelo orgullosísimo, a quien se le cae la baba
solo con rememorar las escenas para escribir la presente entrada.
Abuelo orgulloso o no, desde luego la peque apunta maneras :)
ResponderEliminarCuando la niña pueda pisar las teclas con esos deditos tan chicos, tendrás una pianista en casa, Pepe. Como bien dices, las manos las coloca mucho mejor que podríamos hacerlo muchos de nosotros, acostumbrados a que nos regalen con melodías, interpretadas con una maestría genial, cuando en realidad, tendríamos que haber experimentado lo que supone tocar un instrumento musical. ¡Tiempos...!
ResponderEliminarUn abrazo, Pepe.