Forges, 19-01-2006, El País
Para una buena
cantidad de gente, yo diría que para la mayoría, cualquier instrumento musical
es un pito. Da igual que sea un
clarinete, un oboe, una flauta… incluso,
a veces, un violín.
Ahora, con el
tiempo pasado, ya no me sorprende tanto, pero sigue haciéndome gracia lo disculpada que está la ignorancia musical
comparada con cualesquiera otros aspectos del saber. Por ejemplo, es frecuente
escuchar “yo es que de música no entiendo” o “yo es que no he estudiado
música”, pero no es tan frecuente “yo es que no he estudiado matemáticas” o “yo
es que no he estudiado ortografía”.
En la misma
línea del chiste de Forges con el que comienza esta entrada, un amigo mío,
cuando en una conversación aparece algún nombre propio perteneciente al mundo
de la ciencia, la música, la literatura, el cine…, considerado raro por él, como,
por ejemplo, Tchaikovsky, suelta de inmediato con bastante gracia:
—¿En qué equipo
juega ese?
Y ya termino. Otra vez el
trombón, ahora en un libro. La chica del
trombón es una novela de Antonio Skármeta, más conocido por El cartero de Neruda —que fue llevada al
cine: El cartero (y Pablo Neruda)— y El baile de la Victoria —Premio Planeta
2003—. Pues bien, en la portada de la novela La chica del trombón aparece una niña mirando por la boquilla de
una tuba. Véanlo:
Saquen ustedes sus propias conclusiones.
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