SECCIONES

sábado, 15 de febrero de 2014

¿Tú, de mayor...?

Cuando era niño yo quería ser mayor para peinarme para atrás y para llevar correa, pues a los niños de mi época nos peinaban con raya en el lado izquierdo y los pantalones los llevábamos sujetos con tirantes; con peto y tirantes. Sin embargo, la pregunta que se me hacía constantemente —siempre con guasa— sobre mis aspiraciones para cuando fuera mayor iba por otro camino:


—Tú, cuando seas mayor, ¿quieres ser un hombre de provecho o recoger moñigos?

¡Cuántas veces, en mi infancia, me hicieron esta pregunta!

Y yo, evidentemente, sabía lo que tenía que contestar: un hombre de provecho.

Aunque no terminaba de entender qué quería decir un hombre de provecho, intuía, por comparación con la segunda de las opciones, que era algo bueno o… menos malo. Buen provecho también era la expresión que se decía a alguien que estaba comiendo y a algo de eso me sonaba a mí un hombre de provecho. Por otro lado, lo de recoger moñigos lo asociaba a la pobre gente que, entonces, con un capazo en la mano, se dedicaba a recoger los boñigos que burros, mulas y caballos (numerosos en la época) dejaban sembrados por las calles.

Bien… pues todo esto me viene a la cabeza cuando leo Zagalico a por istiércol, una poesía de Vicente Medina que trata, entre otros, del asunto de la recogida del estiércol por los niños de su época. Cuando se llenaba el hoyo donde se almacenaba, se vendía y otra vez a empezar de nuevo.

Y siempre el mismo recuerdo: tú, cuando seas mayor…

***
Zagalico a por istiércol

                                        Compadéscase al que sea,
                                        si no tiene más remedio,
                                        ya ayudarse, que mandar
                                        a sus hijos por istiércol.
Al verme en la terea echar los bofes,
suelen decirme: «¡A trebajar te matas!»
Y es el caso que no tengo avaricia:
Si fuera por mí solo, a mí me basta
un sayo remendao, pero limpio,
y un bocao de pan y un trago d'agua.
Tengo ambición, es cierto, pero no es como aquella
que en naïca repara.
La ambición que yo tengo no es por mandar en otros
ni por tirar en rumbos y jaranas
aquello de que tantos
pobres sufren la falta...
Lo que ambiciono yo ës algo de que muchos
ricos escasos andan:
es el caudal de entendimiento claro
y facultades altas
pa salir de la más triste pobreza,
que es la de sucumbir en la ignorancia...
Y tampoco es por mí, pues ya no tié remedio
mi desgracia:
Mi padre fué más pobre que yo, y su pobreza
de la más mala,
pues pensó en agenciar,  sin ver el daño
que nos causaba,
y, en lugar de mandarnos a la escuela,
a mí y a mis hermanos nos echaba,
ca uno con su capazo, a por istiércol,
que valía seis reales una carga...
En ves de la cartera pa los libros,
el capacico a la espalda...
Ya lleno el capacico,
vuelta a la casa,
dobläos
por la carga...
Vaciar el capacico
y volver a salir ¡hala que hala!
Con el capazo a cuestas, recogiendo moñigos,
la vida, a mis hermanos y a mí, se nos pasaba
junticos recorriendo
los caminos reales, desde el alba,
pasando rechicheros,
fríos y nubes malas
y ventoleras
que nos cegaban...
Teníamos que ir juntos porque había peleas
por pillar moñigueros, Y de ello resultaba,
(pues es ley de la vida), que era siempre el más fuerte
quien, con razón o sin razón, ganaba...
Como el ir y venir con los capazos
nunca paraba,
nuestro corral se hundía con el montón d'istiércol
que salía por cima de las tapias.
Hubo ves que vinieron a comprarlo
y los burros con sárrias
se llevaron no menos
de cien cargas...
Éramos casi ricos,
pero como a otros ricos nos pasaba:
¡con el montón d'istiércol, que eran nuestros posibles,
nuestro atraso y torpeza s'igualaban!
Ni yo ni mis hermanos fuimos nunca a la escuela:
¡qué más desgracia!
Ni de letra ni pluma ni de cuentas
sabíamos, siquiera, una palabra...
*
Así yo me crié... Por eso, desde cuando
de mi escasés de luces colijo mi desgracia,
es mi afán que mis hijos no falten a la escuela
y es mi ambición el darles enseñanza...
Así yo me crié... Y, trebajando,
me verás, por lo mesmo, echar el alma,
¡en tal de que mis hijos
por istiércol no vayan!
Vicente Medina


6 comentarios:

  1. Enhorabuena por decidirte a iniciar este blog. Lo seguiré con mucho interés. Fuiste el tío que cuando era niño, en lugar de un juguete, siempre tuviste un libro preparado para mi. Eso me ayudó mucho a de mayor no tener que recoger moñigos, además de disfrutar para siempre de la lectura. Un abrazo.

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    1. Gracias, Antonio. Yo sabía que la lectura daría buenos resultados. A la vista está: eres una persona sensible, culta y tienes un trabajo extraordinario.

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  2. ¡Enhorabuena por el blog Pepe!¡Desde luego que te seguiré!¡Yo de mayor...siempre dije que quería ser maestra de música y tú has sido la persona que me has ayudado a conseguirlo con tus clases magistrales y tus consejos personales. Aunque estoy trabajando en Almería, los niños en mi colegio ya conocen el nombre de Pepe Abellán y a veces me preguntan los más pequeños: maestra, ¿Abellán es igual de famoso que Mozart o Beethoven? Y yo les contesto...igual, igual.Un abrazo.

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    1. Gracias, María, sé que lo dices de verdad: has logrado emocionarme.

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  3. Bienvenido al mundo de los blogueros, te he hecho un enlace en el mío, con tu permiso. Un abrazo.

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    1. Gracias, Mariano, por la bienvenida y por el enlace en tu blog. Yo también quiero poner en ABONICO los sitios que me gustan, entre los que, desde luego, está DESDE EL ASILO; a ver si aprendo y lo hago pronto.
      Un abrazo.

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