[…] todos los días, cuando voy al
hipódromo en el coche, no hago más que sintonizar diferentes emisoras en la
radio, buscando música, música decente. Pero todo lo que suena es malo, plano;
no tiene vida, ni melodía, ni fuerza. Y sin embargo, algunas de esas
composiciones se venden a millones, y sus creadores se consideran verdaderos
Artistas. Es horrible, una horrible aguachirle que entra en las mentes de
cabezas jóvenes. Les gusta. Dios mío, les das mierda y se la comen. ¿No tienen
discernimiento? ¿No tienen oídos? ¿No perciben la adulteración, la ranciedad?
Charles
Bukowski (2000):
El capitán salió a comer y los marineros
tomaron el barco, Barcelona, Anagrama, págs. 162-163.
Una mañana cualquiera de
esta semana, los “filósofos peripatéticos” Pepe Abellán —un servidor— y Pepe
Fernández —mi vecino y amigo— vuelven de su ejercicio diario. Ya dentro del
pueblo, casi son arrollados por un coche de altísimas marca y gama —un carrazo, como me dijo un chaval un día—;
de él emana una música infernal saliendo por las ventanillas a tropecientos
decibelios:
PUM-BA-PUM-BA-PUM-BA-PUM-BA
De pronto me vienen tres ideas a la cabeza, que inmediatamente comparto con mi acompañante:
1.
La
calidad y el volumen sonoro de la música, que atruena y contamina el entorno por
el que circula el coche, es independiente de este. No hay relación causa-efecto
entre el modelo de coche, su marca, su gama o cualquier otro aspecto del vehículo
en cuestión, y la música que arroja. Un vehículo cualquiera, del más humilde al
más elitista, puede alojar una música buena, regular, mala, infernal… Así pues…
el coche, aun siendo el origen, no tiene nada que ver con la música.
2.
Sí
tienen que ver, sin embargo, la calidad y el volumen sonoro de la música con el
ocupante del vehículo. Entre ellos podemos establecer una doble relación proporcional.
La cantidad de decibelios que expande el auto a su alrededor es inversamente
proporcional a la capacidad, —mejor, a la calidad— del cerebro de su conductor:
a más volumen sonoro —ruido, las cosas por su nombre—, menos cerebro. Sin
embargo, la relación entre la calidad de la música y el cerebro del individuo
es directamente proporcional: a más amueblamiento cerebral, más calidad; a
menos riqueza neuronal, menos calidad. Este apartado, que podemos llamar de la
doble proporcionalidad, no es una hipótesis que necesite verificación, es una tesis
afianzada con el tiempo y los estudios realizados.
Nota para evitar malentendidos:
con música de calidad no me refiero a música clásica; de calidad la hay en
todos los tipos: Clásica, Jazz, Rock, Flamenco… Además, la interpretación
también tiene que ver en el resultado final.
3. Ipso
facto me viene a la cabeza una frase del gran Charles Bukowski —como siempre
sin pelos en la lengua—, una píldora que suelta, reflexionando sobre música, en
la cita que encabeza esta entrada. Bukowski se refiere a la calidad de la
música que suelen oír —sí, oír, realmente no escuchan— las “mentes de cabezas jóvenes”.
“Dios mío, les
das mierda y se la comen”
PUM-BA-PUM-BA-PUM-BA-PUM-BA
Cierto, Pepe. Tu proporción, como bien dices, es una tesis probada experimentalmente. Creo, estando de acuerdo con Bukowski, que no se fijó en un hecho que puede ser interesante: la relación que existe entre el pum-ba,.pum-ba y la vibración del vientre de oyente. ¿Tendrá esta música propiedades anticelulílitas? Lo cierto, en serio, es la dejadez que acompaña a una formación cultural integral en los procesos de enseñanza, en toda la vida académica de los alumnos. Probablemente aumentaría, entre otras virtudes, la sensibilidad.
ResponderEliminarUn abrazo, Pepe.
Claro, Antonio, y no solo la relación entre el pum-ba-pum-ba y la vibración del vientre del maloyente; ¿y por qué no la vibración del pum-ba-pum-ba con los cataplines del individuo en cuestión? Quizás... por eso… cuanto más volumen, mas gustito.
EliminarYa lo decía el insigne compositor y musicazo (tan bueno era que no me acuerdo del nombre, pero sé que es hijo de El Fary) : "Y cuanto más acelero, más calentito me pongo"
ResponderEliminarPAÍS!!
Y cuanto más calentito me pongo, más volumen le doy: la pescadilla que se muerde la cola.
EliminarHola Pepe, me alegra saber de ti. Voy a seguir tu blog y cualquier cosa que emprendas porque para mi eres una persona entrañable y muy capacitada. También te voy a dejar un enlace (si no te importa) sobre el blog que estoy haciendo sobre teoría musical para los guitarristas, por si te apetece verlo. Un abrazo, Andrés http://teoriatareasguitarra.blogspot.com.es/
ResponderEliminarGracias, Andrés, espero que te vaya bien la vida a pesar de todo lo que está cayendo.
ResponderEliminarSeguiré tu blog con mucho gusto.
Un abrazo.