SECCIONES

viernes, 29 de septiembre de 2023

Autoengaño

Es lógico que, a partir de cierta edad —y más lógico, quizás, cuanto más avanzada esa edad—, la vida, nuestra vida, aparezca poblada —aderezada, se me ocurre— de recuerdos de nuestra niñez, de imágenes de nuestra adolescencia, de escenas de nuestra juventud…; y en mi caso, muy poblada, superpoblada en gran parte, aunque estoy seguro de que también influye en ello el que dedico una buena parte de mi tiempo a escribir sobre ellos, sobre unos recuerdos no siempre diáfanos, claros, seguros…; a menudo… todo lo contrario: oscuros, borrosos, imprecisos…, y a veces, además, desagradables, incluso muy desagradables en ocasiones, tanto que preferiría que no acudieran a mi mente.

  VALOR DEL PASADO

Hay algo de inexacto en los recuerdos:

una línea difusa que es de sombra,

de error favorecido.

    Y si la vida

en algo está cifrada

es en esos recuerdos

precisamente desvaídos,

quizá remodelados por el tiempo

con un arte que implica ficción, pues verdadera

no puede ser la vida recordada.

                                                        Y sin embargo

a ese engaño debemos lo que al fin

será la vida cierta, y a ese engaño

debemos ya lo mismo que a la vida.

Benítez Reyes, Felipe:

Sombras particulares.

Madrid: Visor, 1992, pág. 36.

Y sí, desde luego que sí, así lo veo desde mi nostálgico ahora: en parte, si no totalmente, a ese engaño —¿autoengaño?— debemos lo que al fin será la vida cierta.


4 comentarios:

  1. Hermoso poema y hermosa entrada, Pepe, también actuamos nosotros en la vida, somos en cierta manera actores, participamos de esa ficción de los recuerdos, y del propio día a día.

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