SECCIONES

viernes, 6 de mayo de 2022

Mercero y escritor

Acabo de conocer personalmente, hace tan solo unos días, a Paco López Mengual, mercero y escritor de Molina de Segura, autor a quien admiro desde hace años, sobre todo por la calidad de su envidiable prosa, además de por su no menos envidiable sentido del humor, tanto en la escritura, cuando toca, como, por lo que he podido comprobar, en las relaciones personales, en distancias cortas.

López Mengual ha venido a presentar su última obra (Espinosa Pardo. Historia de un confidente. Murcia: La fea burguesía, 2022) a la Feria del libro de Santomera, el mejor evento de este tipo de que tengo noticia, y no por la cantidad de títulos expuesta al público sino por su precio, ya que, gracias al mecenazgo del Ayuntamiento, en nuestra feria se aplican los mayores descuentos que conozco en el mundo de los libros.

Me lo ha presentado Blas Rubio, e inmediatamente le he dicho que desde hace tiempo tenía ganas de conocerlo y que, por ello, más de una vez he hablado con nuestro presentador de ir juntos a su mercería para hacerle una visita y echar un rato con él.

Le he dicho también —creo que he hablado más de la cuenta— que tenemos algunos puntos en común, que yo me crie en una tienda que incluía, entre otros muchísimos productos, algunos de mercería, y que, además, como él, estudié magisterio. A esto, Blas ha añadido que también escribo, por lo que se lo ha puesto a huevo al mercero-escritor, que ha rematado la faena, con humor, diciéndome, a modo de suposición por confirmar, que, para completar, ya solo me falta ser de VOX.

La presentación del libro ha resultado muy interesante, parecida a una charla entre amigos, en la que el escritor-presentador ha llevado la voz cantante al tiempo que unos pocos admiradores, solo cuatro, hemos escuchado con interés e intervenido muy de vez en cuando.

Acabada la presentación, lo veo, atareado, disponerse a dedicarnos los libros a los presentes, y observo que para ello saca de un bolso que tiene a mano, además del imprescindible bolígrafo, una bolsita de plástico transparente con no sé qué en su interior —después veré que son botones pequeños— y un amanoso artilugio que resulta ser —también me daré cuenta después— un práctico aplicador de pegamento.

La dedicatoria del libro, de cada uno de los cuatro ejemplares, es muy curiosa, más que por lo que dice en cada uno, que supongo lo típico en estos casos —yo solo conozco la mía—, por el botón que, pegado bajo lo escrito, sirve al escritor-mercero para dibujar con cuatro trazos muy rápidos un gracioso esquema de sí mismo.

Gracias.

 

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