SECCIONES

viernes, 7 de febrero de 2020

Maricones y libianas

Verano. Ya avanzada la tarde de un caluroso día de julio. El calor sofocante ha disminuido. Me llama Fernando Zapata y me dice que me invita a tomar una cerveza mientras hace tiempo esperando a que le laven el coche. Acepto. Nos vemos en la puerta del bar en que hemos quedado. Entramos. Tras el mostrador, atendiendo la barra, está P, uno de los protagonistas de una historia que Fernando me había contado tiempo atrás pero de la que apenas me acordaba, además de que en su momento me había parecido un chiste. Para demostrarme su veracidad, Fernando, delante de mí, pregunta a P si recuerda una escena que protagonizó con otros tres individuos hace ya tiempo en otro bar, en el que este trabajaba entonces. Como P no se acuerda, mi amigo le refresca la memoria contando —ya digo, ante mí—, lo que sigue a continuación (más o menos):
En la barra de un bar, con escasos clientes en ese momento, conversan cuatro individuos: P, que es el encargado del local, un chaval joven, extranjero, que trabaja allí de camarero, un cliente de mediana edad, y otro ya bastante mayor y muy aficionado al vino.
—Lo que pasa en España… —comienza P, como queriendo arreglar el país— es que hay muchos maricones y muchas libianas.
—¿Qué son las libianas? —pregunta el joven camarero.
—Pues… serán de Libia —dice, inseguro, el cliente de mediana edad.
—Como los toros —confirma el más viejo del cuarteto.
Evidentemente, piensa Fernando.

2 comentarios:

  1. Un gran reflejo de la cultura existente en aquellos momentos en España y que, por desgracia, aun persiste entre mucha poblacion

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