SECCIONES

viernes, 14 de febrero de 2020

Quien va conmigo

El hombre que siempre va conmigo, aunque es como yo —física y psíquicamente—, no es un calco mío al milímetro. Tiene mi misma edad, y también unas ideas como las mías, pero no exactamente ni siempre, pues en ocasiones surgen discrepancias entre nosotros, que solo me preocupan cuando se presentan ante temas delicados. Sus temores y miedos son parecidos a los míos, incluso más acentuados a veces y ante según qué casos, y, aunque más ambicioso que yo, sus expectativas, sus ilusiones, sus esperanzas... sus metas, también se aproximan mucho a las mías.
Converso con él constantemente, tratando de entender sus criterios, sus razones, sus decisiones… algo que no siempre consigo. La verdad es que con nadie me relaciono tan fácilmente como con él, pero, a veces, tengo que esforzarme y llevar mucho cuidado para que su parte más divergente de mí —cierto que pequeña y poco discordante habitualmente— no intervenga de manera decisiva en asuntos de vital importancia, o para que, si no lo puedo evitar, lo haga mínimamente. Así que, aun necesitándolo, lucho por mantenerme al margen de sus desavenencias, ya que de lo contrario tiende a invadirme y a tratar de imponerme sus razones, sus criterios, sus soluciones… incluso con vehemencia a veces.
En definitiva… creo que no debo quejarme, pues en general mantenemos ambos, y espero que por mucho tiempo, una relación aceptable... tirando a buena (tampoco es momento ahora de sacar a relucir nuestras zonas más sombrías), y supongo que ello se debe a que cada miembro del inseparable tándem que formamos conoce bien el papel que ocupa en él, y sabe cuándo y cómo debe intervenir y aportar su opinión, siendo consciente —siempre, en cada momento— de quién tiene que tomar en última instancia las decisiones más difíciles y complejas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario