Ando estos días esbozando una entrada para Abonico sobre el Diccionario del Diablo, obra escrita por Ambrose Bierce a finales del siglo XIX y comienzos del XX, que consiste en una
recopilación burlona, satírica, corrosiva… de casi mil definiciones en orden alfabético.
Es uno de los pocos libros que llevo en el móvil y mi favorito si en algún
momento tengo unos minutos de espera, en la consulta del médico, en un
comercio, un viaje…; es muy divertido y se puede leer en orden o picoteando
aquí y allá.
Y qué casualidad que el primer término que he seleccionado para
mostrar la agudeza del autor es ABDICACIÓN,
que nos viene al pelo como comentario sobre la actualidad real española (he
dudado si poner “real” con mayúscula). Vean lo que dice Bierce:
Abdicación,
s[ustantivo]. Acto mediante el cual un soberano demuestra percibir la alta
temperatura del trono.
¿Acertado o no?
¿Porque le quema el trono, Pepe? ¿Porque se cree muy cerca del sol? Jeje De todas maneras el síndrome de Estocolmo de muchos políticos es preocupante: ahí nos falta madurez democrática.
ResponderEliminarEstoy deseando que gloses el Diccionario del Diablo. Un abrazo. Mariano.
Le quema el trono, Mariano, porque la ha cagado demasiadas veces.
EliminarUn abrazo.
Pues en este caso al que te refieres, el nuestro, creo que es muy acertado: tantas veces le habrán dicho: "¡Anda amorcito déja a tu Cori sentarse en el trono aunque sea de mentirijillas! Los españoles que lo pagan no se van a enterar... y con lo caliente que voy, te lo voy a dejar preparado para tus reales posaderas..." De ahí, precisamente, Pepe, proviene ese nombre tan feo que ni Isabel II quiere nombrar: abdicación=calorcillo. D. Orejas debe estar ya un poco preocupado porque le van a dejar el sillón caliente cuando ya esté jubilado y, claro, así no se siente uno ni rey ni nada, es un jubilata y punto. Con respecto al Síndrome de Estocolmo, que dice tu anónimo comentarista, debo aclararle que lo inventaron nuestros políticos y lo exportaron con éxito a los países escandinavos.¡España va bien! Exporta de todo.
ResponderEliminarUn abrazo, Pepe.
Quizá sea, Antonio, eso de que los españoles que lo pagamos no nos vamos a enterar. Y nos enteramos solo de unas pocas “fechorías”.
EliminarUn abrazo.