No nos equivoquemos, se trata de inventar, de adaptar, de utilizar nuevas palabras y expresiones, de sonoridad novedosa, llamativa y en pocas ocasiones en nuestra propia lengua (cool, celebrity, fake, coach, working, runner, fake news, on fire, happy flower, community manager…), para denominar, la mayoría de las veces, actividades, profesiones, objetos… en auge, de moda, y a menudo sin que ello obedezca a la ausencia en nuestro vocabulario de palabras y expresiones que las nombren o que las puedan nombrar, sino que, más bien, se deben al gilipollismo imperante, tanto al de sus primeros usuarios como al de los muchos esnobs que los siguen y extienden su uso.
Pensando ahora en esto, me recuerdo, desde hace ya casi cincuenta años, explicando a mi alumnado qué es un neologismo, y ocupa un buen lugar en mi memoria —por ello fácilmente asequible, recuperable— el énfasis, el interés que ponía, lo que insistía entonces, en los neologismos superfluos, los no necesarios, que, con mucha intención, solía mezclar y relacionar con los eufemismos.
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