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viernes, 12 de septiembre de 2025

Con la hebilla

El uso de la correa con los hijos (mejor dicho: «sobre» los hijos o «contra» los hijos) se ejercía con cierta frecuencia (en algunas casas era más que frecuente) por algunos de aquellos padres (no por las madres, o mucho menos: ellas eran más partidarias de usar la alpargata) en la Santomera de entonces, la de los años en que sentía transcurrir mi infancia con lentitud.

En una localidad como la del pueblo de entonces, con una cantidad de habitantes de unos pocos miles (desde luego que mucho menor que la de ahora), pronto se corría la voz de cualquier acontecer, por lo que los chiquillos estábamos al tanto de qué padres de familia recurrían al uso (y al abuso muchos de ellos, aunque siempre se puede considerar un abuso dicho uso) de la correa contra sus vástagos, así como con qué dureza lo hacían, pues algunos de ellos ponían tal empeño en ello, tal brutalidad, que se decía —y no siempre en sentido metafórico— que «tiraban con la hebilla», o sea, que golpeaban a los chiquillos, a sus propios hijos, con la parte metálica de la correa, la que más dolor podía producir.

«Tirar con la hebilla» es una expresión que ha quedado en mi recuerdo como sinónima de violencia, de extrema dureza, de sádica crueldad…, una expresión cercana a la de «tirar a matar», que también era de uso común en la localidad, y todavía lo es entre gente de mi edad más o menos.

tirar

De or. inc.

9. tr. Hacer sufrir un golpe o daño. Tirar un pellizco, un mordisco, una coz.

(Diccionario de la RAE)

Todavía hoy, con los muchos años transcurridos desde entonces, cuando veo por la calle a algunos de aquellos maltratados niños de los años cincuenta, de los que sé inequívocamente que sufrieron en su cuerpo y en su mente los golpes de la correa por parte de sus padres, lo primero que me viene a la cabeza es la escena imaginada del acto violento sufrido (y la puedo imaginar sin dificultad porque recuerdo perfectamente el físico y el talante de sus padres), y en segundo lugar me acuerdo de la expresión que encabeza este epígrafe, porque…, sí, muchos de aquellos padres —violentos, tiranos, crueles…: mala gente— tiraban con la correa, y, entre ellos, algunos… con la hebilla.

 

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