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viernes, 18 de abril de 2025

Un valentón

Después de la reciente recogida de cable (la retirada de aranceles, que, aunque parcial, no deja de ser una recogida de cable en toda regla) protagonizada por el actual presidente de EE.UU., escucho decir a Guillermo Fesser, corresponsal de El Intermedio en ese país, que el gran mandamás «se ha cagao». Parece que la causa, grosso modo, no es otra que la contraofensiva como respuesta de muchos de los países afectados por los alocados aranceles del norteamericano y el consecuente descomunal batacazo económico que se les está echando encima a sus compatriotas, incluidos, claro está, sus propios votantes.

Y esto me trae a la memoria un soneto que trata de… eso, de un «valentón» (vocablo sinónimo de «bravucón», el término que, últimamente, me suele venir a la cabeza ante personajes como el gerifalte estadounidense), un «tiracantos» que, frente a la respuesta recibida ante uno de sus envites, decide… pues… eso, recoger cable y… envainársela, nunca mejor dicho.

Un valentón de espátula y gregüesco,

que a la muerte mil vidas sacrifica,

cansado del oficio de la pica,

mas no del ejercicio picaresco,

retorciendo el mostacho soldadesco,

por ver que ya su bolsa le repica,

a un corrillo llegó de gente rica,

y en el nombre de Dios pidió refresco.

«Den voacedes, por Dios, a mi pobreza

—les dice—; donde no, por ocho santos

que haré lo que hacer suelo sin tardanza.»

Mas uno, que a sacar la espada empieza,

«¿Con quién habla? —le dice al tiracantos—,

¡cuerpo de Dios con él y su crianza!

si limosna no alcanza,

¿qué es lo que suele hacer en tal querella?»

Respondió el bravonel: «¡Irme sin ella!».

Miguel de Cervantes

Los tres últimos versos añadidos al final del soneto, en Literatura, reciben el nombre de «estrambote», palabra con la que, si mal no recuerdo, me encontré por primera vez estudiando cuarto de bachillerato (curso escolar 1964-1965) en el colegio de frailes en el que mis padres, lamentablemente para mí, me habían matriculado en Murcia.

El término «estrambote» aparecía en el libro Lengua española y Literatura que la editorial SM publicaba entonces para dicho curso, un «libro de texto» —aún lo conservo: lo tengo delante— en él que dicho vocablo se utiliza, como he adelantado en el párrafo anterior, para designar los tres versos añadidos al final del susodicho soneto de Miguel de Cervantes (mucho después, no hace tanto, he sabido que tal soneto es atribuido, no de autoría cierta), que allí aparecía con el nombre de soneto con estrambote, en una de las lecciones dedicadas a los diversos tipos de estrofas.

estrambote

Del it. strambotto.

1.   m. Métr. Conjunto de versos que, por gracejo o bizarría suele añadirse al fin de una combinación métrica, especialmente del soneto.

(Real Academia Española)

 

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