Quién te iba a decir a ti en tus años jóvenes que llegarían tiempos en los que entre tus mayores preocupaciones —las más agobiantes algunos días— figurarían la de tener que estudiar a fondo y llevar mucho cuidado en cómo te debes sentar y la de aplicarte algún remedio para calmar el malestar de hemorroides, fisuras anales u otras malencias en salva sea la parte. Y es que... hasta lo que menos podrías haber imaginado entonces que pudiera llegarte, con el tiempo... lo va haciendo, ¡vaya si te va llegando!
—Ahora sí que puedes decir que tienes un culo de mal asiento —me apunta con humor mi hijo Antonio cuando se lo comento.
—Sí —respondo.
—Y, además, lo puedes decir en sentido literal —añade.
—Ad pedem litterae.
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