SECCIONES

viernes, 18 de febrero de 2022

Hartura

—¿No estás harto de tener que decir siempre las cosas abonico?

—¿Qué?

—Sí, ¿no te gustaría llamar gilipollas a los gilipollas en vez de estar siempre andando con paños calientes?

—¿Y para qué serviría eso, para contribuir a una mayor tensión, a un mayor enconamiento? ¿para que me enemistara con algunas —creo que con muchas— de las personas con las que me relaciono?

—Por lo menos te quedarías a gusto, ¿no?, te quedarías tranquilo.

—Quizás... a gusto sí, por lo menos... en un primer momento, pero lo que se dice tranquilo... definitivamente... creo que no. Sufriría.

—¿Entonces?

—Bueno… Me parece que hay maneras de llamar gilipollas a los gilipollas sin decirles directamente gilipollas.

—¿Sí?

—Sí

—¿Como cuáles?

—Pues… utilizando el humor, la ironía, el sarcasmo…, también poniendo en boca de otros lo que quieres decir tú, o retratando a los gilipollas anónimamente, o haciéndolo con pseudónimos, o mezclando fragmentos de historias y biografías que desdibujen un determinado perfil para que resulte difícil de identificar y de achacar a una persona concreta que sabes a ciencia cierta que es gilipollas, o...

—Pero... así no se enterarían ellos.

—A ellos, por más que se lo pongas claramente delante de sus narices, jamás se les ocurrirá pensar que son gilipollas. Creerán, en todo caso, que lo eres tú.

 

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