La revista LA CALLE publicó el mes pasado La Dolores
del quiosco, un artículo que yo tenía preparado como
entrada para Abonico y que, simplemente, anticipé al editor
de la publicación. Después he recibido unas cuantas felicitaciones
y opiniones sobre el escrito; algunos amigos me
han dicho que, además de tebeos, en su día también leyeron muchas
novelas del oeste alquiladas o cambiadas en el quiosco de La
Dolores (por muy poco precio cambiabas una tuya por una de las
del quiosco), y alguno de ellos me ha confesado que de este tipo de
novelas su autor favorito era Silver Kane.
Silver Kane fue un seudónimo utilizado por Francisco González
Ledesma (1927-2015), escritor y periodista catalán, ganador
del premio Planeta en 1984 con Crónica
sentimental en rojo, un
autor que podemos situar entre los
grandes de la literatura policíaca en nuestro país. González
Ledesma, con una obra marcadamente social,
es, con Manuel Vázquez Montalbán, Andreu Martín,
Juan Madrid... —entre mis preferidos—, uno de los padres
de la llamada novela negra española.
Silver
Kane / Francisco González Ledesma
Aunque no es mi número uno —estarían antes los otros tres—
quiero rendirle aquí un pequeño homenaje. Su sencillo, humano y
escéptico inspector Méndez —descuidado en el vestir, con
libros que le deforman los bolsillos de abrigos y chaquetas— se lo
merece, me gusta.
Como en mis estanterías tengo una pequeña sección de novela negra,
policiaca y de espías, he ido a mirar en ella los títulos que hay
de este autor: solo tres. Yo hubiera dicho, a ojo, que tenía como
mínimo media docena; me debe haber fallado la maldita selectiva
memoria, o, también, puedo haber “perdido” algún ejemplar. Y es
que hay que ver cómo desaparecen algunos libros de mis estanterías.
No quiero utilizar la expresión “no me lo explico” porque sí me
lo explico: los presto demasiado alegremente; tan alegremente, que
los pierdo con la misma alegría. Y algo parecido me ha pasado con
las películas, los discos, las partituras...
Fueron muchos los escritores que,
represaliados, tuvieron que ganarse la vida durante el dictatorial
régimen de Franco publicando sus obras con nombres falsos. González
Ledesma, uno de los más prolíficos, escribió muchísimas de las
suyas con seudónimos, entre los que utilizó el de Silver Kane en
más de mil novelas,
sobre todo del oeste, aunque también otras: ciencia ficción,
policiaca, de misterio... Él contaba que usó el seudónimo por consejo del editor Francisco Bruguera, quien le dijo que lo hiciera porque con un apellido como González nadie se iba a creer una novela del oeste.
En mi corta época de lector de novelas del oeste, yo también leí a
Silver Kane, y a Marcial Lafuente Estefanía, quizás el más
popular (también utilizó seudónimos y no se sabe la cantidad de
novelas del oeste que publicó, porque algunos de sus descendientes
—hijos, nieto— siguieron haciéndolo con su nombre, pero hablamos
de unas tres mil), y a Keith Luger (Miguel Oliveros),
autor también de muchísimas novelas —sobre todo del oeste,
ciencia ficción y terror— y algunos guiones de películas.
Fco. González Ledesma (Silver
Kane) y Marcial Lafuente Estefanía,
en la Editorial Bruguera,
mediados los sesenta del siglo pasado.
Por cierto, y ya termino, me acuerdo, un verano de vacaciones en
Torrevieja, de mi primera novela del oeste, comprada en una diminuta
librería que había en una de las esquinas de la plaza de abastos de
dicha localidad; recuerdo su título —Una bala perdida—,
no se me ha olvidado cómo la leí ávidamente en poco tiempo, ni su
precio: cinco pesetas —3 céntimos de euro—, allá por el año
mil novecientos sesenta y muy pocos del siglo pasado.
Curioso lo de este escritor. Las lecturas de novelas del Oeste de mi infancia son las de Karl May con títulos como "La última batalla" o "Entre apaches y comanches" La mención a las pérdidas de libros discos o partituras prestadas, es por desgracia algo muy habitual Pepe! A mí también me ha sucedido en varias ocasiones! Esto ha provocado el que me haya vuelto un poco "tímido" a la hora de "prestar" ejemplares. Voy a echarles una ojeada a estas dos novelas de oeste que leí cuando era niño, a ver si me transporta a las escenas e impresiones que tuve en el momento de leerlas hace tantos años.
ResponderEliminarGracias, Antonio, por tu aportación. No recuerdo haber leído nada de Karl May; la verdad es que fue muy corto mi periodo de novelas del oeste. Y sobre lo de la pérdida de libros, discos y otros, yo también me he vuelto más “tímido” a la hora de los préstamos.
EliminarUn saludo.