Recordando a Tony
Judt
Hace unos meses vi, un par de veces en pocos días, Desigualdad para todos, un interesante documental de Jacob Kornbluth en el que el estadounidense Robert Reich (economista, político —Secretario de Trabajo con Bill Clinton— columnista y profesor con unas increíbles dotes de comunicación) nos muestra el desigual reparto de la riqueza y los efectos de esa creciente desigualdad en nuestra sociedad.
Hace unos meses vi, un par de veces en pocos días, Desigualdad para todos, un interesante documental de Jacob Kornbluth en el que el estadounidense Robert Reich (economista, político —Secretario de Trabajo con Bill Clinton— columnista y profesor con unas increíbles dotes de comunicación) nos muestra el desigual reparto de la riqueza y los efectos de esa creciente desigualdad en nuestra sociedad.
Actualmente,
cuando hablamos de desigualdad no nos referimos a la falta de igualdad normal
entre personas en una sociedad más o menos justa. Con la palabra desigualdad
aludimos a la enorme diferencia que separa a una ínfima minoría formada por personas
muy ricas, pero que muy ricas, de la inmensa mayoría formada por personas
pobres, muy-muy pobres. ¿Les suena? Es el pan de cada día; cada mañana, lo
mismo: conectas el Tablet, lees la
prensa y te encuentras con titulares como este:
Público
20/01/2014
InfoLibre
6/1/2015
Y esto es
aberrante, un disparate; porque
la desigualdad es corrosiva, es como la carcoma para la madera: perfora,
agrieta y corrompe la sociedad, la convierte en serrín: la destruye. Así que estamos
hablando de algo extremadamente serio, pues cuanto mayor es
la grieta de la desigualdad, más se agravan los problemas sociales: salud,
educación, mortalidad… Concretamente, hace poco he escuchado en TV que esta
enorme desigualdad puede distanciar la muerte de dos personas —su esperanza de
vida— ¡¡en quince años!!
Miren qué
bien lo resume Tony Judt (1948-2010), historiador de referencia para el siglo XX.
Así
pues, la desigualdad no sólo es poco atractiva en sí misma; está claro que se
corresponde con problemas sociales patológicos que no podemos abordar si no
atendemos a su causa subyacente. Hay una razón por la que la mortalidad
infantil, la esperanza de vida, la criminalidad, la población carcelaria, los
trastornos mentales, el desempleo, la obesidad, la malnutrición, el embarazo de
adolescentes, el uso de drogas ilegales, la inseguridad económica, las deudas
personales y la angustia están mucho más marcados en Estados Unidos y en el
Reino Unido que en Europa continental. (Tony Judt, Algo va mal,
Taurus).
Para
ganar en claridad voy a poner en fila —como versos de un poema macabro— los “problemas sociales patológicos”
relacionados directamente con la desigualdad, y me gustaría que, aunque sea
con la mente, traten de recitarlos poéticamente, rítmicamente, como un rap, una
denuncia (si hacen una pausa de un par de segundos tras cada verso, mejor).
mortalidad infantil
esperanza de vida
criminalidad
población carcelaria
trastornos mentales
desempleo
malnutrición
obesidad
embarazo de adolescentes
uso de drogas ilegales
inseguridad económica
deudas personales
angustia
Todos
estos problemas, dice Judt, “están mucho más marcados” en los países con más
desigualdad; y tanto en
los ricos como en los pobres, porque no importa el nivel de riqueza que pueda
tener un país, sino lo desigual que sea. Por ejemplo, Estados Unidos, un país
muy rico, está a la cola en bienestar mensurable; su esperanza de vida está por
debajo de Bosnia y un poco mejor que Albania. Finlandia, sin embargo, está a la
cabeza en ese mismo bienestar.
El polaco Zygmunt
Bauman (1925) —Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y
Humanidades en 2010 y una de las voces más críticas
contra el capitalismo salvaje y la cruel desigualdad que ha generado— afirma,
en ¿La
riqueza de unos pocos nos beneficia todos? (Paidós), que la primera
víctima de esta brecha disparatada de la desigualdad es la democracia. Este
pensador recuerda que en el siglo XX y hasta la década de los setenta hubo una
tendencia de disminución de la grieta; "pero, a partir de esa fecha, la
situación cambió y la tendencia fue al revés. Hoy las 85 personas más ricas del
mundo tienen la misma riqueza que casi cuatro mil millones de los
“inhabitantes” más pobres de la tierra, y este es el magma de la
situación", añade.
Si a esto
unimos las políticas de desprotección social que se vienen practicando en buena
parte de occidente… ¿a dónde vamos?: a más
desigualdad.
Pepe, tu artículo, muy documentado como siempre, puede ayudar a quienes no creen en “estas cosas” a que indaguen de una vez, a que se documenten y dejen de ser unas meras marionetas de quienes dictan consignas que les conducen, cada día a más velocidad, hacia la perpetua hecatombe a las que nos abocan los poderosos. ¡Ay, los poderosos…! Esos miserables que completan lista tras lista de quienes les admiten en su beneficio, esos viles que amedrentan, mueven, inventan o cambian gobiernos, empresas o lo que les convenga… quienes verdaderamente gobiernan ante la pasividad de la autoritaria y siempre dirigida información y admiten ponerse unas gafas negras para dar traspié tras traspié. La vergüenza de “las grandes fortunas” es el escándalo más grave que existe porque el dinero ha salido de la esclavitud física o mental a la que someten a personas que degradan y las obligan a malvivir. Y, en algún momento, como si fuesen dueños del país gobernado o el dinero robado, se oponen a que los demás puedan cambiar un sistema corrupto, indigno y cruel. Recordemos la actitud de nuestro presidente, que no es dueño de España, ante un país amigo.
ResponderEliminarUn abrazo, Pepe.
Me ha parecido un artículo muy interesante y trabajado. Enhorabuena, lo comparto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha parecido un artículo muy interesante y trabajado. Enhorabuena, lo comparto.
ResponderEliminarUn abrazo.