El segundo ejemplo
folclórico que, referente a la cultura musical sefardí, quiero ofrecer en Abonico
es El señor Don Gato, una
versión —de las tantas que hay— de la famosa canción infantil aquí conocida
tradicionalmente con distintos títulos, aunque todos muy parecidos, como El señor Don Gato, Estaba el señor don Gato o Estando el señor Don Gato.
Primero recordemos
—escuchemos— cómo es nuestra versión; mejor dicho: una de nuestras muchas
versiones de la conocidísima Estaba el
señor Don Gato, cantada por
el gran folclorista Joaquín Díaz. Precisamente, esta versión no coincide
—la letra es distinta; la música, no— con la que yo conozco desde muy joven y
que, ya en los primeros años de la década de los ochenta del siglo pasado,
enseñaba en clase a mis alumnos.
Ahora escuchemos El señor Don Gato, otra versión
sobre el mismo tema, esta debida a los sefardíes de Tetuán (Marruecos). Préstese mucha atención a esta canción, tanto
a su música, estilo e instrumentos: cómo suena, a qué suena…, como a la letra
—con palabras a las que no estamos acostumbrados— en ladino (también llamado
—recuérdese de entradas anteriores— judeoespañol,
sefardí, sefardita y judezmo).
Es curioso constatar cómo,
viajando a lo largo del espacio y del tiempo, se ha transmitido (seguro que,
hasta no hace mucho, oralmente, de boca a oreja, de padres a hijos) en una
larga cadena de generaciones, y cómo, lógicamente, por ser de transmisión oral,
se ha ido modificando, y, además, contagiándose de los «aires» de las distintas
tierras que acogieron a los sefardíes.
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