Recuerdo
que cuando de niño hacía algo que a ojos de los adultos —de algunos adultos— no
estaba bien, me decía mi madre: “Te va a
castigar el Señor con agua caliente”, a lo que añadía frecuentemente: “eso es
malo” o “eso no está bien” o —sobre todo— “eso es pecado”.
En
una época como la de mi infancia —años cincuenta del siglo pasado, con casas
poco preparadas para el frío, sin agua corriente—, donde nos bañaban a los
niños, cada demasiados días, en barreños a los que se echaba agua calentada previamente
al fuego en ollas, cacerolas o cazos, entonces, ya digo, nunca me pareció un
castigo el agua caliente; menos aún, en invierno: en esa época, todo lo
contrario, me parecía una bendición:
¡Qué
gusto, agua caliente!
¡¿Dios
castiga con agua caliente?!
No, Pepe, eso es el demonio pero como ya no existe no hay problemas. Sí, el agua caliente era una bendición porque caldeaba toda la habitación y la llenaba de vapor de agua. Como, en general, se realizaba el baño en el cuarto de aseo donde no faltaba un espejo, dibujar con el dedo sobre el agua condensada en él, mientras tu madre te secaba a ti, para "no enfriarte", era un entretenimiento siempre deseado y de juego creativo. Ahora, con todos los adelantos técnicos a nuestro alcance, sigo pintando el espejo con lo que imagino mientras me seco tras el baño matutino. ¿Será malo estar en un ambiente de niebla artificial en la que los pensamientos pueden imaginar fantasías personales?
ResponderEliminarUn gran abrazo, amigo Pepe.
Me alegro, Antonio, que el agua caliente fuera para ti, también, una bendición. Creo que debido a la cercanía de nuestras edades y al hecho de ser paisanos, habrá muchas cosas, muchos recuerdos comunes, o parecidos, en nuestras cabezas.
EliminarUn abrazo.
También ocurría que cuando hacias algo malo y a continuación te pasaba una desgracia (caerte,
ResponderEliminardarte una castaña , perder algo ...) los que allí te acompañaban decian :´´El Señor te ha castigado´´´.Se convertian en interpretes de la justicia Divina ; y establecian una relación causa-efecto que no podía ser otra que la rápida intervención de Dios y que estaba lógicamente de parte de los ofendidos.
Ahora como las sentencias se eternizan tanto -caso Urdangarín- por ejemplo. No podemos decir que sea la justicia Divina quien la imparta sino la humana que siempre mira los ´pros´y los´contras´(por lo que pueda pasar) .
Hay muchos intérpretes de la justicia divina, demasiados. Y a los más representativos de esos intérpretes no les interesa que Dios castigue "de verdad" a tipos como Urdangarín, Matas, Bárcenas, etc. etc. etc.; les interesa que el agua esté muy agradable.
EliminarUn saludo.