SECCIONES

viernes, 5 de diciembre de 2025

Vida buena

Son las ocho y media de un reciente sábado por la mañana cuando salgo a dar un paseo con mi hijo Antonio; y en la conversación que mantenemos mientras caminamos, una de las cosas que me dice es que ayer tarde, cuando volvía del trabajo, en «La ventana», el programa de radio de la cadena ser, estuvo escuchando a un invitado, no sabe si colaborador habitual del espacio, un filósofo del que tampoco recuerda el nombre, que, entre otras cosas, vino a decir que no es lo mismo «la buena vida» que «la vida buena».

Pronto, padre e hijo, que de inmediato nos pusimos manos a la obra, distinguimos, separamos, enfrentamos… los matices de cada una de estas expresiones, y ya desde el principio ambos nos manifestamos claramente de acuerdo con la afirmación del filósofo.

Acabando la conversación sobre el tema, concluimos que las dos expresiones —la de «buena vida» y la de «vida buena»—, realmente, resultan antagónicas, contrarias en sus significados, distintas por lo menos, ya que la primera lleva consigo un dejarse llevar por el deseo inmediato, por la rápida satisfacción, a la ligera, de las apetencias que van surgiendo…: por el obrar hedonista, en definitiva; mientras que la segunda, la de la «vida buena», lleva consigo todo lo contrario: la contención, la reflexión, el razonamiento, la realización del deseo calculada, pensada, comedida …: para obrar bien…, concienzudamente, para hacerlo mejor. 

 

viernes, 28 de noviembre de 2025

Un irse desviviendo

Leo en la pantalla del móvil un titular que contiene una expresión que llama mucho mi atención; pronto me autoenvío el artículo completo para después, en la pantalla del ordenador, ya con más tranquilidad, poder revisitarlo y reflexionar, con sosiego e intención, sobre la parte que me interesa de su contenido

Rosa Montero: "No podemos no ver la realidad, y es que la vida es un irse desviviendo hacia la muerte"

Toledo, Mario, en «Ahora qué leo», La Sexta, 01-08-2025.

Lo que llama mi atención, concretamente, es la afirmación (me parece un logro expresivo, filológico, literario, semántico…: la veo muy original) de que «la vida es un irse desviviendo hacia la muerte», un acertado enunciado que, después, saboreo y voy desperfollando, quitándole capas poco a poco… hasta dejarlo en lo que me parece su esencia mínima:

¡La vida es un irse desviviendo hacia la muerte!

¡La vida es un irse desviviendo!

¡Vivir es desvivir!

Así que ¿¡Vivir es desvivir!?

¿No es genial?

 

viernes, 21 de noviembre de 2025

Han hecho

Parece una broma de mal gusto. Hoy, 20 de noviembre, precisamente el día en que se cumplen 50 años de la muerte de Franco, el Tribunal Supremo hace pública la sentencia que considera culpable y condena por ello al fiscal general del Estado, un veredicto emitido con cinco votos a favor y dos en contra de los jueces del tribunal.

Esto, que en absoluto se trata de una broma, es lo que me encuentro como novedad en la tele cuando, tras echar la siesta, me siento ante ella, como acostumbro a diario antes de ponerme con mis labores vespertinas.

En cuanto veo cómo se está tratando la noticia en la ahora mal llamada pequeña pantalla (las hay enormes), lo pienso un poco y decido sentarme ante otra más pequeña aún, la del monitor del ordenador, para ver qué dice la prensa que suelo leer diariamente.

Colocado ya ante el ordenador, lo conecto, abro el navegador y cliqueo sobre el primero de los medios que quiero consultar, El País; en él leo:

«El Supremo condena al fiscal general a dos años de inhabilitación por revelación de secretos»

Pero me intereso más por lo que, en estas mismas páginas, dice un poco más abajo el juez Joaquim Bosch:

«por el bien de la confianza institucional hubiera sido deseable, en caso de condena al Fiscal General, que el fallo fuera indiscutible, previsible y muy convincente».

Después miro en Público:

«El Supremo condena al fiscal general del Estado a dos años de inhabilitación por revelación de secretos»

A continuación, en InfoLibre:

«El Supremo inhabilita al fiscal general y le obliga a indemnizar con 10.000 euros al novio de Ayuso»

Y, por último —por ahora ya tengo bastante—, en elDiario.es:

«El Supremo condena al fiscal general a dos años de inhabilitación por la filtración del correo de la pareja de Ayuso»

Un poco más abajo, en este último medio, aparece y llama mi atención el titular que me mueve a abrir el procesador de textos y ponerme a teclear sobre el asunto; se trata de un artículo de Esther Palomera encabezado por un enunciado que, si no lo explica todo, dice bastante:

«Los que podían hacer, hicieron»

A buen entendedor…

Y, abonico, me digo:

«¡Vaya, pues sí que han hecho!»