Estamos
en fiestas y me acaba de ocurrir algo parecido a lo que le sucedió a Proust con
una magdalena (salvando las enormísimas distancias, ¡claro, faltaría más!),
pero en mi caso ha sido con un palito que ha aparecido en mi terraza, uno de
esos que llevan los cohetes, un palo que mi mujer iba a tirar y que yo he
decidido guardar como imagen evocadora que desencadena en mi cabeza
determinados recuerdos.
***
No
sé exactamente cómo vino a parar a mi casa, ya avanzados los años cincuenta, el
Pepe del campo —ni siquiera conozco
sus apellidos, fíjense—, pero sí recuerdo el porqué: Pepe tenía que ser
atendido sanitariamente todos los días para curarle una herida en su pierna
izquierda, y como vivía en el campo, en una zona retirada del núcleo urbano,
tuvo que quedarse en una casa del pueblo, la mía, y ahí es donde falla mi
memoria, en por qué, si no lo conocíamos, fue mi casa la elegida para que lo
tuvieran a mano tanto el médico como, sobre todo, el practicante.
Pepe
era músico en la banda del pueblo y tocaba un instrumento que mis casi
amnésicas fuentes no se ponen de acuerdo sobre si era un fliscorno o una
especie de cornetín. (Para quienes no estén familiarizados con los instrumentos
de una banda de música, diré que era un instrumento de aspecto parecido a la
trompeta.)
Recuerdo
que, curada su pierna, cuando nuestro personaje venía a mi casa, porque tenía
que ensayar o salir a tocar con la banda, siempre dejaba su moto al fondo de la
tienda, inmediatamente a continuación del extremo del mostrador; la moto era
(la veo colocada perpendicularmente a la punta del mostrador) de color rojo,
una Guzzi que llevaba en el portaequipajes una caja, un rústico estuche casero
para el instrumento musical.
La
herida en su pierna (un buen boquete, en eso sí me fijé durante algunas de las
curas que le hicieron) fue causada por un cohete disparado demasiado
«alegremente» en las fiestas de una localidad cercana, Cobatillas, un pueblo
que para él pudo haber pasado a ser, desde entonces, Cobetillas. Pepe iba tocando con la banda de música cuando el
cohete, lanzado con tan poca sensatez como se acostumbra, chocó en un cable de
la luz, cambió de dirección y vino a explotar en la pierna del músico.
cobete.
m. vulg. Y rúst. Cohete. (Diego Ruiz Marín: Vocabulario
de las Hablas Murcianas, Murcia 2007, Diego Marín).
***
Ahora
vivo en un ático y, desde hace ya bastante tiempo, cuando estoy en casa y oigo una
banda de música que se acerca suelo salir a la terraza para, si pasa junto a mi
edificio, ver qué músicos la integran, pues es fácil que haya en ella amigos,
conocidos, alumnos...; además, me gusta escuchar cómo suena.
Fíjense
ustedes, cuando presencien el pasacalles festero de una banda de música, que
junto a ella o cerca —no suele faltar— va siempre un cobetero, que así lo llamo para distinguirlo de los coheteros, algo
más serios, y de los pirotécnicos, estos ya profesionales a quienes sí hago un
esfuerzo por suponer serios de verdad.
Pues
bien, cuando veo que ese cobetero que
marcha junto a los músicos con un cigarro encendido en la mano va a prender
fuego a la mecha de un cohete... (imagen que, repetida, ya digo, nunca falta en
estos pasacalles), llevo mucho cuidado y procuro ponerme a buen resguardo. ¿Por
qué? Pues... porque por experiencia sé que el encargado de tirar los cohetes en
las fiestas de los pueblos suele ser un personaje peculiar, alguien poco
sobrado de sesera, con poca sensatez. Hay quien dice, a lo bruto, que se trata
del tonto del pueblo —yo no diría tanto— y añade que ha llegado a esa
conclusión sin necesidad de hacer estudios prospectivos ni nada por el estilo,
solo a través de la observación directa: es evidente, concluye.
Yo,
lo dicho, por si acaso, me protejo, porque me acuerdo de Pepe del campo.
Hola Pepe. Soy Roberto Palma. Yo he vivido en primera persona muchos momentos de pánico y de incertidumbre al ver volar cohetes en dirección a cualquier cable, cornisa, árbol u otro saliente amenazante de rebotar el susodicho. Recuerdo en la puerta de la iglesia, de Santomera, un tontaina que se encaprichó en "tirar" un cohete con un mechero. Al prenderlo, no subía, se asustó y lo dejó ir como el que tira una colilla al suelo. Se quedó encarado hacia los músicos y nos escondimos todos, arrodillados, detrás del bombo. Pasó cercano a nosotros y explotó en una ventana redonda, con repisa, creo recordar, del banco central que había al lado de la barbería del Fermín.
ResponderEliminarTodos esos episodios de cohetes frustrados se acabaron con la llegada a la banda de Paco "el caja", hijo de la dolores del quiosco, que, por primera vez en Los Ramos y, en adelante, en todas las salidas, le preguntaba al cobetero: - ¿Tienes los papeles? - ¿De qué? -respondía el implicado-. -De pirotécnico. - ¿Yo?, (risa), que va. -Pues colócate a 300 metros de la banda que yo iré pendiente de las calles por donde echas.
Era digno ver con la mala leche que se lo decía y cuando existía una negativa del cobetero, se ponía la caja abrazada al cuerpo y decía a los responsables que no tocaba.
Nosotros aprendimos de él y así lo seguimos haciendo después de que Paco se dejara la banda.
Tengo esas imágenes en mi retina y el semblante de Paco hasta que se alejaba el tío de los cohetes.
Gracias, Roberto, estoy con Paquito, el de la Dolores. Hay que exigir papeles a los cobeteros, aunque ni así estará seguro el músico y los de alrededor, porque no es solo el peligro de que te explote y te reviente una pierna; está también el de los traumatismos acústicos ocasionados por las explosiones (yo padezco uno, y se lo debo a un “gracioso” cobetero aficionao).
EliminarUn saludo.
El ruido de la explosión del cohete pareciese que es la que genera el jolgorio y, nada más lejos de ello. Es muy seco, potente y explota a poca altura. El cobetero de turno solía coger lo que llamamos caña pero es simplemente un tallo de junco seco, débil y largo para que sirva, por su poco peso, de estabilizador en el seno del aire. Y ahí, ahí reside el problema: se rompe con mucha facilidad. Si al cobetero se le quiebra en la mano la estabilidad del receptáculo de la carga explosiva puede, incluso, girar sin control como una carretilla. En Laroya, Almería, disparan cohetes a los peloteros que han desfilado los propios vecinos asistentes al mismo. Directos y apuntando... ¡Bastante peor!
ResponderEliminarDeben habérseles acabado los juncos, porque el palito que yo he encontrado —lo tengo a la vista— es de madera. Pero el “porsaco” lo dan igual.
EliminarGracias, Antonio.
Un saludo.
HOla Pepe! Soy Vicente, nos hemos presentado en el acto de hoy de Julián Andúgar en Santomera. Te dejo aqui un video rescatado por el proyecto en el que trabajo (www.santomera.info) y que rescata las carretillas del Siscar...cobetes tb, vaya. https://www.facebook.com/santomera.info/videos/1477200102364300/
ResponderEliminarHola, Vicente, gracias por el vídeo: me interesa, porque, entre otras cosas, precisamente en El Siscar y este mismo año, una de las explosiones provocadas por un «gracioso “cobetero”» me provocó un traumatismo acústico que por lo visto no tiene cura.
EliminarHe aprovechado para guardar Santomera.info entre mis favoritos; me parece interesante, ya la iré visitando periódicamente y, si tengo ocasión, la comentaré contigo.
Gracias. Un saludo.