Dice
George Steiner, en Errata: El examen de una vida, Siruela, 2009, pág. 149: «[…] ¿Qué derecho
tiene el mandarín a imponer la “alta” cultura? ¿Qué licencia posee el pedagogo
o el así llamado intelectual para introducir por la fuerza sus prioridades
esotéricas y sus valores en las gargantas de lo que Shakespeare llamaba “el
gran público” (los reacios al caviar)? […]».
Aclaración:
En Hamlet, de William Shakespeare, el
personaje principal, Hamlet, habla con unos actores y les pide que reciten un
fragmento de una obra; al preguntar uno de ellos que cuál, él le dice que uno
que nunca se representó, o que a lo sumo se hizo una sola vez, pues, según
recuerda, la obra no gustó a la
multitud, era caviar para el público («¡Echadle caviar al vulgo!», dice la
traducción del Instituto Shakespeare).
Georges Steiner (París, 1929),
que recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en
2001, es uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo, de los grandes de
verdad.
Para
un saber canónico, es preferible acudir al canonista mayor de estos últimos
sesenta años, esto es, a George Steiner. (Antonio
Martínez Sarrión: Escaramuzas,
Alfaguara, 2011, págs. 188-189).
Está claro que con la expresión
«los reacios al caviar» se refiere Steiner a lo que Shakespeare llamaba «el
gran público», a la mayoría de la gente. Y supongo que con ese «caviar» está
aludiendo a lo bueno, a lo de más calidad, a lo exquisito, pero no precisamente
en el terreno concreto gastronómico, ¡claro! El caviar al que se refiere
Steiner, entiendo, es el arte de calidad, la buena música, la buena literatura,
el buen cine... LA ALTA CULTURA.
Y utiliza el término «reacios»…
pues… porque hay gente, muchísima, a la que se le empalaga este tipo de refinados
alimentos de alta cocina cultural, ya que «donde estén un par de huevos fritos...
(riquísimos, por otra parte, fuera de la metáfora) ...que se quite lo demás».
Quizás lo que
habría que preguntarse es el porqué de que haya tanta gente reacia a esta alta cocina.
Y se me ocurre que se debe a que para
saborear ese caviar cultural, para disfrutarlo, hace falta preparación,
conocimiento… dedicación: en definitiva, hace falta esfuerzo. El conocimiento,
el de calidad, es el único caviar que no se puede conseguir solo con dinero, o por
herencia, ni te puede tocar en suerte, como la lotería; cada uno tiene que recorrer su propio camino en pos de
«su» caviar.
¿«Su» caviar? Sí, creo que cada
uno tiene el suyo, que no tiene por qué ser el mismo que el tuyo o el mío,
aunque haya unos hitos en la historia de la cultura que suelen ser comunes o
bastante comunes, y que son caviar-caviar, excelente caviar. Y tengamos
presente que el buen caviar es tan abundante que cada cual puede tener sus más
o menos amplias parcelas dentro de él, que, además, entre ellas, las de unos y las
de otros, forman intersecciones; sí,
como las de los conjuntos de las llamadas matemáticas modernas.
Vaya como ejemplo un gráfico de
intersección de conjuntos de caviar
musical, limitado a unos pocos nombres «clásicos» elegidos a la ligera y no
todos ellos entre mis preferidos.
En el gráfico aparecen
representadas tres personas, cada una, por un círculo: el Sr. Verde, el Sr.
Rojo y el Sr. Azul, los tres colores del gráfico. Dentro de cada
círculo, expresado con nombres de compositores musicales, está el caviar preferente
de la persona representada por ese color. En la intersección de dos círculos cualesquiera
aparece el caviar musical que comparten las dos personas en cuestión. Y en el
centro, dentro de los tres círculos, el caviar que comparten las tres personas
del ejemplo: Bach, Mozart y Beethoven, por poner un caso prototípico.
Y para acabar, una aportación complementaria debida a la
maravillosa pedagogía de Joaquín Rábago, El Roto, en una muestra de lo que es caviar para
algunos —¿bastantes? ¿muchos?—, espero que no para quienes esto leen.
El Roto, 05-04-2015 en El País