SECCIONES

viernes, 20 de junio de 2025

Genocidio

Acabada mi siesta, me levanto de la cama y, como otros días, me dispongo a ver las últimas noticias del telediario de la 1 de Televisión Española, y, después, en la misma cadena, la información referida a la región; por último, zapeando, acabo (digo «acabo» porque pronto me levanto y me dirijo al estudio para escribir estas letras) en Todo es mentira, en la cuatro, donde unos contertulios (un político de izquierdas, uno de derechas y un periodista que defiende las misma teoría que el segundo político), debaten sobre si lo que Israel está cometiendo en Gaza es o no es un genocidio.

El político de derechas, que fue ministro en algún gobierno del PP, se refiere —grosso modo: no tomo nota de lo que dice— al concepto de «genocidio» como la acción que acaba con un pueblo, y a continuación aclara que Israel no ha acabado con los palestinos, ergo…

Bien… esto me trae a la memoria, automáticamente, quizá debido a su reciente lectura, algo que hace un par de días me encontré en el libro que tengo sobre la mesilla de noche, el que estoy leyendo actualmente. Así que me levanto del sofá, voy a mi dormitorio, tomo el libro, me dirijo a mi estudio, busco entre sus páginas y pronto hallo lo que me interesa, una tarea fácil porque lo tengo subrayado y con señales en sus márgenes indicando lo que más me interesa, en este caso, lo que ha escrito su autor sobre el significado de la palabra «genocidio» (esto sí que lo traigo aquí ad pedem litterae y, además, cito la fuente):

[…] la Convención para la Prevención y la sanción del Delito de Genocidio aprobada por la ONU en 1948, que definía como «genocidio» ciertos actos «cometidos con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal» (Sands, Philippe: Calle Londres 38. Barcelona, Anagrama, 2025, pág. 50).

A continuación, comparo, y aprecio las diferencias, los matices, de lo que acabo de releer con lo que he escuchado decir, con menos precisión y rigurosidad, unos minutos antes, al exministro en la pantalla del televisor. Y, como mi curiosidad necesita una confirmación seria (aunque ya me lo parece, y mucho, la obra consultada), sigo indagando, y pronto, prontísimo —maravillas de internet— encuentro bien apuntalado —tal y como esperaba— lo que dice Phippe Sands en Calle Londres 38.

Conclusión: lo que el gobierno actual de Israel está haciendo en Gaza —mejor dicho: perpetrando— es un genocidio en toda regla, lo mires por donde lo mires, siempre que ese mirar sea desde un punto de vista serio.

 

viernes, 13 de junio de 2025

Ponerse novio

Finalizando la primera mitad de los años setenta del s. xx, unos pocos estudiantes universitarios santomeranos (ya maestros de escuela, trabajando en la enseñanza privada y a la espera de convocatoria de oposiciones para la pública) compartíamos piso en Murcia con otros de Moratalla; y a nosotros nos hacía mucha gracia una expresión utilizada por ellos referida a lo que aquí en el pueblo llamábamos «echarse novio/a» o «tener novio/a», pues nuestros amigos moratalleros decían «ponerse novio/a».

Muchos años después —cincuenta, más o menos—, leyendo a la escritora chilena Isabel Allende, me encuentro con una expresión que, por su parecido con la de nuestros compañeros de piso de aquellos tiempos, me hace detenerme a paladearla (el subrayado es mío).

Cuando tropezó con él, dos meses después de ponerse de novia y siete antes de la fecha fijada para la boda, descubrió el amor de las novelas […] (Allende, Isabel: Largo pétalo de mar. Barcelona: Plaza Janés, 2019, pág. 183).

Busco en internet, y, en el diccionario de la Real Academia Española, en la entrada «poner», encuentro un par de acepciones a las que veo relación con las expresiones «ponerse novio/a» y «ponerse de novio/a».

En la acepción 33. poner. tr. Hacer adquirir a alguien una condición o estado. Poner colorado. Poner de mal humor. U. t. c. prnl. Ponerse pálido.

Y en la acepción 43. poner. prnl. coloq. Dedicarse a algo o, especialmente, comenzar a hacerlo. Se pone con los juguetes y se olvida de todo. A eso de las nueve, me pongo con la cena.

Sigo buscando en la red y hallo —aunque no sé cuánto es de fiar esta fuente— que, en Andalucía, la gente usa bastante la expresión coloquial «ponerse de novio»; y entonces pienso que es posible que en Moratalla (recuérdese que murcianos y andaluces somos vecinos) esta expresión —«ponerse de novio»—, una vez perdida la preposición, haya quedado como «ponerse novio», tal y como decían mis compañeros de piso moratalleros: «fulano se ha puesto novio hace poco».

Bien… pues todo este aluvión de recuerdos, búsquedas y hallazgos lo desencadenó una lectura muy posterior, la de la oración «Estaba de novia con un teniente de navío», que aparece en Sobre héroes y tumbas, del argentino Ernesto Sábato (Austral, 2020, pág. 331).

Así que a las expresiones «echarse novio/a», «tener novio/a», «ponerse novio/a», «ponerse de novio/a», hay que sumar —por ahora, ya veremos más adelante— «estar de novio/a».

Añadidura

Unos cuantos años después de lo expuesto en los párrafos anteriores, que finaliza con un precavido: «por ahora, ya veremos más adelante» (por cierto, sin publicar aún), me encuentro con una expresión que, también, como las anteriores, llama mi atención: «sacarse novio», que figura en la página 147  de la obra que tengo actualmente sobre mi mesilla de noche: Hasta que empieza a brillar, de Andrés Neuman (Alfaguara, 2025), una biografía ficcionada de la filóloga (bibliotecaria, archivera, lexicógrafa…) María Moliner, la autora, en solitario —una gigantesca hazaña—, del famoso y muy loado Diccionario de uso del español, más conocido en el mundo académico por el nombre de su autora: El María Moliner.