Esta mañana, sentada ya la familia a
la mesa, con el desayuno delante, hemos hablado de lo buenas que estaban —y lo
poco que duraron— las torrijas que anteayer hizo Toñi, de las que ayer mismo ya
habíamos dado buena cuenta (podría haber utilizado la primera persona del
singular y solo habría exagerado un poco); ella dice que todavía tenemos una
barra de pan como la que utilizó entonces, que compró dos, pero que, con el
tiempo pasado, esta que queda está «pansía» (y utiliza este término que
tantas veces he escuchado y que de inmediato excita mis neuronas); bromeando,
le digo a mi hijo Antonio que se fije bien en esta palabra y los tres dedicamos
unos minutos a hablar de ella, aunque sin llegar a precisar bien… hasta que voy
a mi estudio en busca de unos diccionarios: pronto queda todo mucho más claro.
pansío/a es la
pronunciación que hace el huertano murciano del término pansido/a, que
aparece en el diccionario de la RAE como adjetivo coloquial de nuestra tierra,
proveniente del catalán pansir, y «dicho de una fruta, como la uva o la
ciruela: Pasada o seca». Consultando fuentes de las hablas murcianas
(diccionarios de Alberto Sevilla, de Justo García Soriano y de Diego Ruiz
Marín), vemos que significa, literalmente en los dos últimos: «marchito,
pasado, fofo, con referencia a la fruta y, por extensión, también a las
personas».
Para acabar tengo que añadir que yo
recuerdo haber oído hablar de alguien como pansío o pansía, creo
que refiriéndose a su forma de ser, a su carácter —apagado, aburrido...—,
además o al margen de su aspecto: «¿¡adónde vas, chica, pero si ese es un pansío!?».
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