Forellenquintett (Quinteto
La Trucha) es el nombre popular de otra obra de
Schubert: el Quinteto en La Mayor, op. 114, D. 667
(1819, aunque se publicó en 1829), para violín, viola, violonchelo,
contrabajo y piano, en cinco movimientos.
Destinado a un grupo de aficionados, fue un
encargo, quizás un deseo concedido a un admirador del lied La
Trucha, Sylvester Paumgartner, melómano ilustrado y buen
violonchelista amateur, en cuya casa, probablemente, se hizo
una audición privada; en vida del autor no se tocó en público
nunca.
En el Forellenquintett, en
lugar de limitarse a añadir una parte pianística a un cuarteto de
cuerda, algo que sería corriente posteriormente, Schubert suprimió
uno de los violines del cuarteto y añadió un contrabajo —quizás
debido a circunstancias de disponibilidad instrumental—,
potenciando más los graves.
El movimiento que nos
interesa, el más importante, es el 4º:
Andantino, que presenta una serie de
cinco variaciones
—que, por no aburrir, no desmenuzo—
sobre un tema que ya conocemos, el
del lied Die Forelle
(La Trucha),
de ahí el sobrenombre también para este quinteto.
¿Y la versión?: la del gran pianista —y
director de orquesta— Christian Zacharias con el Cuarteto
de Leipzig, que hace unos años fue calificado por la
revista Gramophone como "mejor cuarteto alemán".
Les voy a añadir un enlace donde pueden
encontrar esta obra interpretada por cinco protagonistas especiales,
un quinteto de lujo: Daniel Barenboim (piano), Itzhak
Perlman (violín), Pinchas Zukerman (viola), Jacqueline
du Pré (violonchelo) y Zubin Mehta (contrabajo).
Y, como propina, relacionado con el asunto que
tratamos, les ofrezco un regalo: quiero recomendarles, sin
destripársela, Una música constante, una novela del
hindú Vikram Seth. El protagonista de la obra, segundo violín
de un cuarteto de cuerda, se reencuentra con su antigua novia,
pianista, que puede completar su grupo musical para interpretar ni
más ni menos que el Quinteto La Trucha, el que
acabamos de comentar.
Ya leída la novela, encontré en la prensa
que la editorial Anagrama iba a añadir al libro una grabación
de la obra; me pareció una excelente idea, pero hasta el día de
hoy… nada, que yo sepa.
Solo me falta, para completar esta mini serie
truchera, añadir cómo se hace la “trucha a la navarra”, pero,
¡qué quieren que les diga!, eso… mejor lo buscan en un recetario;
seguro que lo explicará mejor que yo.
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