Hace ahora un mes y pico, muy a primeros de marzo, vi a Mariano
Sanz en Casa Grande, en la oficina de la secretaría de
Euterpe; me sorprendió el inicio de la conversación, pues
comenzó diciéndome de sopetón que no le podía fallar, que contaba
conmigo, la semana siguiente, para asistir a la presentación de un
libro que ha publicado un amigo suyo, Manuel Muñoz Zielinski,
Manolo lo llama Mariano. Le dije que conozco a Muñoz Zielinski,
aunque de vista —y, también, por referencias—, que lo conocí
hace una treintena de años, y le aseguré que, si no se me olvidaba,
podía contar conmigo para el acto de presentación. Aunque estaba
seguro de que no se me olvidaría la fecha, pues coincidía con mi
cumpleaños, le pedí que me mandase un oportuno correo con la
suficiente antelación recordándome la cita. Y en eso quedamos.
En la segunda mitad de los
ochenta del pasado siglo, siendo yo profesor de música en el Colegio
Narciso Yepes,
Muñoz Zielinski, que era, supongo, padre de un alumno del centro,
ofreció en este un entonces vanguardista espectáculo artístico
audiovisual,
utilizando, creo recordar, varios proyectores simultáneamente
(entonces los ordenadores estaban en mantillas, todavía no
disponíamos del Power Point ni nada que se le pareciera). En el
colegio, entre los profesores, se habló de ello: del espectáculo y
de Muñoz Zielinski.
Llegué unos minutos antes de la hora prevista para la presentación;
había poquísima gente —¡no se trataba de futbol!— y
dirigiéndome a quien supuse el protagonista (digo supuse después de
haber afirmado anteriormente que lo conocía de antaño, porque no
creo haberlo vuelto a ver en tantísimo tiempo), le pregunté si era
quien yo creía y me contestó que sí; entonces fue cuando le dije
que lo conocía desde hacía muchos años y le expliqué muy por
encima las circunstancias en que lo conocí; después aproveché para
hacerle una pregunta sobre su padre, Manuel Muñoz Cortés, un
eminente profesor de filología con mucho prestigio que recuerdo
haber oído nombrar desde los tiempos en que yo estudiaba Filosofía
y Letras
en la Universidad de Murcia.
Le pregunté concretamente si su padre tocaba la flauta de pico,
pues hace bastantes años vi una foto suya con
una en las manos, y desde entonces tengo
su imagen en la cabeza, además de la curiosidad sobre su relación
con un instrumento que tanto significa para mí; fíjense si la foto
permanece clara en mi memoria que la recuerdo rebelada al revés —por
lo menos así lo estaba en el periódico o revista en que aparecía—,
pues las manos de Muñoz Cortés estaban situadas en el instrumento
al contrario que les corresponde; incluso me atrevería a decir qué
flauta era la de la fotografía: posiblemente se tratara de una
contralto —deduzco por el tamaño— de la marca Moeck
y, por el color, muy oscuro, yo diría que de madera de ébano.
Preguntado por el nivel flautístico de su padre, me dijo que no era
alto, que era simplemente un aficionado al instrumento, pero, añadió,
que tenía muchas flautas, no sé si dijo unas cincuenta, una
colección que ahora conserva otro de los hijos de Don Manuel.
Comenzó el acto. Primero, la presentación del
autor del libro a cargo de Mariano Sanz y, después, una
exposición-charla-coloquio, en un ambiente relajado, ameno,
amistoso; una charla que nos dejó con la miel en la boca, que supo a
poco al escaso pero interesado auditorio.
Al finalizar el acto, algunos de los presentes compramos el libro
que, según lo escuchado, tanto prometía y que, desde luego, por lo
que llevo leído —y subrayado—, no defrauda. Se trata de un texto
muy documentado —casi pura documentación—, fruto de una labor de
investigación con muchísimas horas de trabajo escarbando en
numerosas fuentes, que facilita la comprensión de muchos aspectos de
“los llamados Lugares de la Huerta y Campo” de la Murcia del
siglo XVIII.
En él podemos encontrar información —yo fui directamente a la
parte que trata de Santomera, pág. 508— sobre barracas, aceñas,
epidemias de langosta, riegos, cultivos, ganado, iglesia, hornos de
pan, maestros, rentos, número de vecinos…
¡Muy interesante!
Observación:
Como “las noticias se han transcrito con la gramática y ortografía
originales”, contienen bastantes abreviaturas, y, aunque no son difíciles de deducir por el lector, he echado en falta un índice que
las aclare; lo he buscado varias veces pero no lo he encontrado.
¡Ah, se me olvidaba!: para quienes estén interesados, el título
del libro es Historias de los Lugares.
Cuando yo trabajaba de animador socio cultural en el ayuntamiento, vino una noche al antiguo salón de actos con una proyección fotográfica sobre la Región de Murcia. Era miércoles y coincidió con un partido de copa de Europa del Real Madrid. Yo que era muy jovencico, con ganas de fútbol y con pocas de tirarme hasta las tantas con la actividad, a pesar de que lo trajimos porque a mi me gustaba mucho la fotografía, al ver que no venía nadie pensé que en 15 minutos estaría en casa viendo el Madrid. Cuando pasó un tiempo prudencial sin acudir nadie le comenté si lo dejábamos y me respondió que aunque lo iba a cobrar igual (era una actividad subvencionada por La Comunidad Autónoma) no se podía marchar sin enseñar algo tan bonito. Inicialmente me fastidió, pero conforme se desarrollaba toda la exposición se me olvidaba el Madrid. Fue maravilloso. A partir de ese día, que no olvidaré jamás, me dio por acudir a exposiciones fotográficas y de pintura; hasta hoy, que disfruto con ambas de mil maneras. Otra cosa que no se me ha olvidado, jamás, es su nombre. Disfruté muchísimo de su actividad, de su cariño a lo que había hecho y de su forma de hablar. Noches de actividades culturales en "mesa de camilla", por la poca afluencia de público fueron muchas.
ResponderEliminarGracias, Roberto:
EliminarMejor un buen rato con Muñoz Zielinski que un partido de futbol.
Estupenda crónica que remito a Manolo. Lástima del 'numeroso publico' que no asistió ni nadie de nuestros dirigentes políticos. Nadie, repito, nadie de entre ellos se interesara por el libro ni por que figure en nuestra biblioteca. SEguiremos siendo 'outsiders'. Un abrazo.
ResponderEliminarAhora que vuelvo a leer el comentario, me arrepiento de mi rotundidad (como casi siempre) y compongo en honor de la verdad: asistió un destacado miembro de Alternativa, concejala, por más señas, a la que, desde aquí le manifiesto mis disculpas y agradecimiento.
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