Han
pasado los días de Navidad: comida excesiva incluso tratando de llevar cuidado;
sobre todo, demasiados dulces. Hace un buen día, soleado, sin viento, buena
temperatura... A media mañana salgo a comprar el pan que, como acostumbro, he
encargado a primera hora por teléfono, y a pasear y tomar el sol, no a andar
enérgicamente, que es lo que suelo hacer a diario para mantenerme en forma lo
mejor que puedo.
Me
encuentro por la calle, inesperadamente, con Mariano (ya lo he traído aquí en
alguna ocasión), un hombre algo más joven que yo, formado, informado, culto.
Nos saludamos y, poco después, como no tenemos prisa, decidimos sentarnos en la
terraza de un bar y echar un rato de charla.
Así
que nos dirigimos al lugar acordado, donde, ya sentados, en primer lugar,
intercambiamos —reciprocidad de obligado cumplimiento en este tipo de
encuentros— información sobre la salud, un asunto de primerísimo orden cuando
se tiene ya una cierta edad. Después, tratamos de otros temas, y vamos saltando
de uno a otro, sin orden ni concierto, según nos van viniendo a la cabeza:
desde el aumento de las pensiones —los dos somos pensionistas— y la idea de
reunirnos de nuevo en la tertulia que tenemos abandonada ya unos años —desde
los de la Covid—, hasta la actualidad política internacional (concretamente del
reciente auge de la extrema derecha en distintos países) y nacional —la local
queda al margen—: gobierno, oposición, jueces…
Y
hay un momento en que, comentando la situación nacional más reciente, me dice
(lo entrecomillo, aunque puede que él no utilizara exactamente estas mismas
palabras): «¿Sabes dónde veo yo el origen del acoso que sufre el gobierno
actualmente por parte de la derecha, de la ultraderecha y de algunos jueces y
medios de comunicación?: en lo que dijo Aznar, sí, en aquello de que el que
pueda hacer que haga».
Le
digo que me parece una buena reflexión, coherente, y decido —esto lo pienso,
pero no lo digo— buscar, en cuanto tenga un rato y me acuerde, lo que dijo
Aznar, para conocerlo mejor, completo si puede ser; así que, a la vuelta de
recoger el pan, ya tranquilo en mi estudio, próxima la hora de la comida,
busco, y pronto encuentro, lo que, entre otras cosas, dijo José María Aznar en
noviembre de 2023:
«El que pueda hablar, que hable; el que
pueda hacer, que haga; el que pueda aportar, que aporte; el que se pueda mover,
que se mueva. Cada uno en su responsabilidad tiene que ser consciente de la
situación de crisis en la que estamos». (Riverola,
Emma: «El que pueda hacer, que haga», La Opinión de Murcia, 14-01-2025).
También
dijo, y supongo que esto lo hizo para no dejar resquicio alguno a la duda, a la
vacilación, que «la inhibición no tiene hueco».
¿Es
o no es una arenga en toda regla?