Leo
hace poco en El País (24-09-2017) un
titular que llama mi atención: «El “Pergamino Vindel”, joya
de la poesía y la música medieval, regresa a España». Y me atrae en primer
lugar porque ya sabía de la importancia de este documento para la música
medieval española, que contiene las cantigas —de amigo— de Martín Códax, y en
segundo lugar porque no sabía que el pergamino no estaba aquí en nuestro país.
La canción monofónica en la
Península Ibérica de la Edad Media debe ser considerada, en líneas generales,
una rama del muy importante movimiento trovadoresco nacido en el mediodía
francés. El contacto entre las familias reinantes en el sur de Francia y los distintos
reyes cristianos españoles era constante: se visitaban, y en sus comitivas, con
frecuencia, había trovadores y juglares que, por otro lado, no lo dudemos,
también viajaban y cruzaban esas porosas fronteras por cuenta propia.
Pronto los trovadores franceses
encontraron buena acogida en las cortes peninsulares, convirtiéndose el
provenzal en el lenguaje de la poesía también al sur de los Pirineos. No
obstante, en el siglo xiii
comenzaron a hacer su aparición aquí en la Península Ibérica las canciones en
lengua vernácula, especialmente en dos lugares: Galicia y Cataluña.
Los primeros ejemplos, las
cantigas de Martín Códax, las del pergamino que ha removido mi
memoria, figuran
entre los testimonios más antiguos de nuestra tradición. Son siete canciones de
amor, seis de las cuales aparecen con sus melodías. Del autor tenemos pocas
referencias; posiblemente vivió entre mediados del siglo xiii y principios del xiv, quizás en Vigo (deducido de las
continuas referencias en sus poemas), justo encima de Portugal, por lo que, no
es de extrañar que la lengua de sus textos sea la galaico-portuguesa, como la
de las cantigas de Santa María, del Rey sabio. Estas obras de Martín Códax son
sencillas, tanto la letra como la música y tanto de forma como de estilo, son canciones
donde la identificación entre la belleza literaria y la musical alcanza
momentos de extraordinaria sencillez.
El trovador Martín Códax, contemporáneo
y también colaborador de Alfonso x
el Sabio, trata el amor profano en sus cantigas de amigo en términos parecidos
a como es tratado el amor sagrado por los trovadores de Alfonso x en las cantigas marianas, aunque,
lógicamente, en las de amigo ese amor es más mundano, como el expresado por una
dama en una de ellas, Ondas do mar de
Vigo (la elegida para nuestra audición), una mujer que pregunta: «Ondas do
mar de Vigo, se vistes meu amigo?».
La interpretación que pongo a
continuación (sencilla, limpia y, quizás, la más fiel al original de las escuchadas para este
artículo) es de la
soprano Speranza Cerullo,
contenida en un CD que acompaña a la edición que del Pergamino Vindel ha hecho la
prestigiosa empresa
M. Moleiro, especializada en (copio
de su web): «la reproducción de códices, mapas, obras de arte generalmente
realizadas sobre soporte de pergamino, vitela, papel, papiro... entre los
siglos viii y xvi bajo la forma, en la mayoría de los
casos, de libro iluminado».
Aprovecho para recomendar un
vino, el albariño Martín Códax, en cuya
etiqueta aparece el texto de la cantiga que tratamos; aconsejo que se beba acompañando
si puede ser a un buen aperitivo mientras se escucha Ondas
do mar de Vigo,
de la que a continuación pongo la letra y la traducción.
Letra
Ondas
do mar de Vigo,
se vistes meu amigo?
E ai Deus!, se verra cedo?
se vistes meu amigo?
E ai Deus!, se verra cedo?
se vistes meu amado?
E ai Deus!, se verra cedo?
Se vistes meu amigo,
o por que eu sospiro?
E ai Deus!, se verra cedo?
Se vistes meu amado,
por que ei gran coidado?
E ai Deus!, se verra cedo?
Traducción
Olas del mar de Vigo,
¿visteis a mi amigo?
¡Ay Dios!, ¿vendrá pronto?
Olas del mar agitado,
¿visteis a mi amado?
¡Ay Dios!, ¿vendrá pronto?
¿Visteis a mi amigo,
aquel por quien yo suspiro?
¡Ay Dios!, ¿vendrá pronto?
quien me tiene tan preocupada?
¡Ay Dios!, ¿vendrá pronto?